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Resumen generado con una herramienta de Inteligencia Artificial desarrollada por BioBioChile y revisado por el autor de este artículo.

En Chile, el Día Internacional del Reciclaje es más que una fecha en el calendario; ASIPLA destaca que reciclar es un compromiso diario. A pesar de la Ley REP para envases, la participación ciudadana es baja. La encuesta “Reciclando Ando 2024” muestra que el medio ambiente no es prioridad para los chilenos, incluidos los jóvenes. Se necesita más conciencia y acción. Falta implementar incentivos como depósitos y multas, como en Alemania. El reciclaje depende de la colaboración ciudadana.

El 17 de mayo conmemoramos el Día Internacional del Reciclaje, pero en Chile esta fecha debe ser más que un hito en el calendario: tiene que ser un llamado a transformar nuestra relación con los residuos. Desde ASIPLA, creemos que reciclar no es una moda, sino un compromiso que debe arraigarse los 365 días del año. Sin embargo, a pesar de los avances de la Ley de Responsabilidad Extendida al Productor (REP) para envases y embalajes, implementada hace 19 meses, la participación ciudadana aún es tibia.

La encuesta “Reciclando Ando 2024” de Chile 3D y Fundación Chile, revela datos preocupantes: el cuidado del medio ambiente ocupa el décimo lugar en las prioridades de los chilenos. Apenas un 16% conoce la Ley REP, y conceptos como “economía circular” o “cuidado de los recursos” suenan abstractos, lejanos, casi irrelevantes. Más sorprendente aún es que los jóvenes, a quienes asociamos con el activismo ambiental, se muestran menos comprometidos que las generaciones mayores.

¿Qué nos falta para tomar acción? En un país geográficamente tan disímil y complejo como el nuestro, pero con ecosistemas tan ricos y particulares -desde el desierto de Atacama hasta los hielos patagónicos-, no nos podemos permitir ser indiferentes frente a la gestión de residuos.

La Ley REP es una herramienta poderosa, validada internacionalmente y base de regulaciones globales como el Tratado Internacional Contra la Contaminación por Plásticos de la ONU. Sin embargo, su implementación en Chile enfrenta numerosos desafíos estructurales. La recolección de residuos domiciliarios, pilar clave para cumplir las metas de reciclaje, no está alcanzando los volúmenes necesarios. Los puntos limpios y los servicios de recolección diferenciada existen, pero dependen en gran medida de la voluntad ciudadana. Y aquí radica el gran problema: generar basura en Chile es gratis. No hay incentivos claros para reciclar ni consecuencias tangibles por no hacerlo. Países como Alemania o Noruega han implementado sistemas de depósito y reembolso o multas por no separar residuos, logrando tasas de reciclaje que superan el 50%. ¿Por qué no explorar modelos similares?

El reciclaje empieza en casa: ¿Estamos listos para asumirlo?

No todo es culpa del sistema. Como ciudadanos, también debemos asumir nuestro rol. Separar residuos, limpiarlos, aplastarlos y llevarlos a un punto limpio requiere esfuerzo, pero cada uno de esos esfuerzos es un grano de arena que suma a la causa común final.

Muchos se frustran al ver que -en ocasiones- el camión de reciclaje mezcla los materiales que con tanto cuidado separaron. Sin embargo, esto no significa que el esfuerzo sea en vano. En el ecosistema del reciclaje existe un eslabón importantísimo conocido como “pretratamiento” —que incluye traslado, acopio y clasificación— y es ahí donde nuestros queridos recicladores de base y empresas gestoras seleccionan los materiales valorizables. Pero para que esto funcione, la ciudadanía debe colaborar entregando los residuos en condiciones óptimas.

La buena noticia es que la Ley REP está pavimentando el camino. Su Decreto de Envases y Embalajes, vigente desde septiembre de 2023, cuenta con el brazo armado de los sistemas de gestión para residuos domiciliarios y no domiciliarios, entidades que centralizan y gestionan las distintas etapas de recuperación y valorización de residuos, incorporando, por ejemplo, la recolección puerta a puerta.

Pero aun facilitando esta etapa a las personas, seguimos teniendo el deber y responsabilidad de entregar los residuos reciclables, preocupándonos al mismo tiempo de que estos no lleguen a los vertederos. Reciclar, a fin de cuentas, debe convertirse en un hábito tan natural como ahorrar agua o usar el cinturón de seguridad.

El futuro de nuestro país no se construye solo con leyes o infraestructura. Son fundamentales las pequeñas acciones colectivas, con la convicción de que cada envase reciclado cuenta. Dejemos de lado la indiferencia y los mitos. Reciclemos con sentido, entendiendo que nuestro esfuerzo es la base de una economía circular. Por nuestras ciudades, por nuestros mares, por el Chile que queremos heredar. El cambio empieza en casa. ¿Estamos listos para asumirlo?