Chile es un país extraño. Cuando se intenta mejorar los ingresos de los trabajadores y de subir el ingreso mínimo en 29 mil pesos mensuales, esto es, 955 pesos diarios más o menos, y por esta vía mejorar en algo sus condiciones de vida, se habla de un problema. En vez de mirar con empatía la noticia, que beneficia a varios miles de trabajadoras y trabajadores, se frunce el ceño. Es una mala noticia.
Mejorar los ingresos de los trabajadores es un problema grave. Conspicuos analistas, expertos, técnicos, conocidos, economistas, especialistas y más de algún dirigente político o gremial, encuentran todo tipo de argumentos en el intento de demostrar que es una mala noticia.
¡Qué paradoja! Que los trabajadores ganen un poco más es un tremendo problema.
Qué se dice entonces. Vamos por parte.
La paradoja de subir el ingreso mínimo
Se dice que este aumento debe estar vinculado con la productividad. Entonces mejoremos la productividad. Se agrega que para mejorar productividad se hace necesario mayor flexibilidad laboral, como si la que existe fuese insuficiente en un país en que el despido es libre, aunque haya que pagar por hacer uso de esta libertad, pero es una decisión del empleador.
Entonces avancemos en crear las condiciones para esta adaptabilidad con una condición que es básica, que sea en acuerdo con los trabajadores. Esto se llama, en cualquier democracia del mundo, adaptabilidad pactada y se ejecuta a través del diálogo social que, en cualquier democracia en el mundo, se llama negociación colectiva. Para que exista este diálogo y avancemos en adaptabilidad pactada, o flexibilidad, como quieren llamarla algunos, se necesitan interlocutores y estos, en cualquier democracia en el mundo, son los empleadores y sindicatos.
Agregaría otro instrumento para mejorar la productividad. Avancemos en crear una gratificación real que surja de los resultados reales de la empresa y no la que hoy día existe, que es fija y no da cuenta de las utilidades empresariales. Si los trabajadores sienten que su esfuerzo se expresa en su salario, no tengo dudas que la productividad va a mejorar. No solo cuidarán su empleo, sino que, incluso, cuidarán su fuente de trabajo, pero para eso, deben sentir que los resultados les benefician realmente en su remuneración.
¡Qué tienen que ver los trabajadores con estos problemas!
Pero nada de esto depende de la voluntad de los trabajadores, sino que de los empleadores y de las autoridades.
Se dice que esto afecta la creación de empleos como si ello dependiera de los trabajadores. Para esto se requieren inversiones públicas y privadas, se necesita facilitar la elaboración, aprobación y ejecución de proyectos, ojalá con intensidad de puestos de trabajo, pero ello depende de otros, autoridades e inversionistas, pero reitero, qué tienen que ver los trabajadores en estas decisiones.
Se dice que este aumento afectaría a las pequeñas y medianas empresas, que no podrían soportar que los trabajadores ganen 955 pesos diarios más en sus sueldos mensuales, que afectaría al empleo y al resultado en estas empresas que, se agrega, otorgan la mitad del empleo en el país. Pero nadie dice que el problema de las Pymes está en su acceso al crédito, que les paguen a los treinta días sus facturas, que las grandes empresas no abusen pagándoles en las condiciones y tiempos que estas determinen unilateralmente.
¡Qué tienen que ver los trabajadores con estos problemas! ¡Qué pueden hacer al respecto! Pero finalmente, terminan subsidiando a estas empresas con sus salarios. No parece justo. Si una pyme tiene problemas para su desarrollo, para su viabilidad, para su crecimiento, no parece razonable que la forma de surgir sea pagando menos a sus trabajadores.
Vínculo de subordinación y dependencia
Se dice que este aumento afecta la persistencia de un alto porcentaje de informalidad laboral, del orden del 25 % en el último tiempo. Se dice que un ingreso mínimo alto, estimula la informalidad. Pero no se dice que la mitad de estos trabajadores informales, un poco menos de un millón de trabajadores, tienen empleadores con vínculo de subordinación y dependencia, es decir, tienen empleador que, con fraude a la ley, no cumplen con ella. Aun así qué pueden hacer los trabajadores al respecto, teniendo claro que la denuncia de estas ilegalidades y la solicitud de una fiscalización termina perdiendo la pega por informal que esta sea.
Se dice que Chile tiene uno de los ingresos mínimos más altos de Sudamérica y este es otro problema. Es una falta grave, es un mal ejemplo para otros países vecinos. ¡Qué desprestigio internacional que los trabajadores chilenos tengan uno de los ingresos mínimos más altos en comparación con otros países de América!
Se dice que para mejorar el acceso al empleo se debe potenciar la formación y capacitación de los trabajadores. Vincular de mejor forma los requerimientos de trabajo desde las empresas con la formación de la mano de obra. Vincular necesidades con ofertas. Pareciera fácil decirlo. Pero no se dice que existe una franquicia tributaria de las empresas para capacitar a sus trabajadores, que se ha transformado en otra floreciente industria más vinculada a lo financiero que a su misión oficial.
Todo tipo de calamidades
Sin embargo, nuevamente qué tienen que ver los trabajadores con este problema. La capacitación depende del buen uso de esta franquicia y las políticas públicas que emanen del Servicio Público que tiene tal tarea.
¡Se dicen tantas cosas para impedir un aumento del ingreso mínimo!
Sobran los argumentos para demostrar que es un tremendo problema que los trabajadores ganen 955 pesos más al día, que afecta a los equilibrios macroeconómicos, que es una mala señal para el mercado, que deteriora las posibilidades de mejorar el acceso al empleo, que es un aumento de la informalidad, que es un crimen para las micro y pequeñas empresas. Todo tipo de calamidades.
Pero no se dice que los llamados a resolver estas dificultades son precisamente los agoreros de estas malas noticias. Son las autoridades públicas, del Ejecutivo y del Legislativo y los empresarios los llamados a resolver estos problemas, pero en caso alguno, los trabajadores que son, finalmente, las víctimas de esta desidia e incompetencia.
Sin embargo, tal vez la solución es más cercana, pero requiere un esfuerzo de convicción y valentía. Mucha valentía del mundo empresarial. Se trata de un instrumento que es usado en las democracias modernas. Es la traducción operativa del principio ordenador de las relaciones laborales. No es otra cosa que el diálogo social y su traducción concreta se llama negociación colectiva. Que en este espacio se fijen las remuneraciones.
Esto implica tres condiciones: Ampliar la cobertura de los trabajadores que negocian colectivamente, ampliar las materias de negociación y reconocer el equilibrio de sus actores.
Se trata de reconocer al sindicalismo como parte natural, legítima y respetable para este proceso. Son muchos los ejemplos que los acuerdos entre sindicatos y empleadores han generado condiciones de adaptabilidad que mejoran productividad y salarios, incluso en ocasiones en la cornisa de la norma legal.
“Estos graves problemas”
Ampliar la cobertura de la negociación significa que todos los trabajadores puedan tener negociación colectiva, por cierto, más allá de la empresa. En Chile son varias las negociaciones ramales que existen y han existido con conocimiento de todos los actores, públicos y privados que se niegan a reconocerlo sin perjuicio de participar en ellas. Hay muchos ejemplos al efecto. Por lo pronto, la negociación del ingreso mínimo, con participación del poder legislativo en su aprobación, es una negociación ramal.
Ampliar las materias implica incorporar todos los aspectos de interés de ambas partes, trabajadores y empleadores, más allá de los aspectos de remuneraciones y el fatídico bono de término y ver todo lo concerniente a la vida en el trabajo.
Y por último, reconocer y respetar a los actores de este diálogo. Los empresarios no pueden seguir pensando que el sindicato es un problema y solo fuente de conflictos y los trabajadores no pueden partir de la base que la empresa solo quiere abusar de ellos. El respeto de los actores y su representatividad es crucial para el diálogo de buena fe y que la negociación sea exitosa para ambas partes.
Tal vez tanto especialista y agorero de malas noticias debieran enfocarse en darle sentido y contenido a lo más moderno que existe y se ha creado para resolver “estos graves problemas”, esto es el diálogo social y la negociación colectiva entre sindicado y empresario, y dejar a los incumbentes hacerse cargo del problema.