Este domingo 18 de mayo 30 millones de polacos elegirán a quien será su jefe de Estado durante los próximos cinco años y al mismo tiempo decidirán si suspenden, impulsan o revierten el proyecto liberal y proeuropeo del primer ministro, Donald Tusk.
A continuación revisamos siete claves de estos comicios:
1. Un pulso entre dos Polonias
El enfrentamiento entre Tusk y el presidente polaco, Andrzej Duda, que no ha titubeado a la hora de usar el veto presidencial, ha convertido estas elecciones en un referéndum sobre el futuro político del país.
Mientras Tusk busca consolidar su agenda liberal –que incluye reformas judiciales, derechos LGBTIQ+ y acceso al aborto–, Duda ha bloqueado nada menos que 74 iniciativas legislativas y cuatro leyes clave, como la que permitía la píldora del día después sin receta.
2. Trzaskowski versus Nawrocki: dos estilos, dos generaciones
En las elecciones del domingo habrá 13 candidatos a presidente de Polonia. Si nadie alcanza al menos el 50% de los votos habrá una segunda vuelta entre los dos principales rivales. Todo apunta a un duelo entre el alcalde de Varsovia, Rafal Trzaskowski, apoyado por la Coalición Cívica que lidera Tusk, y el conservador Karol Nawrocki.
Trzaskowski lidera los sondeos con el 33% de intención de voto.
Su perfil cosmopolita –exministro de Europa y veterano del Parlamento Europeo–, a favor de Ucrania y la Unión Europea (UE), contrasta con el de Karol Nawrocki.
El historiador nacionalista apoyado por el partido Ley y Justicia (PiS) y que consigue en los sondeos un 29% de los votos ha criticado al presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, por su “ingratitud” hacia Polonia y se opone a la entrada de Ucrania en la OTAN y la UE.
3. El presidente decide
A diferencia de otros sistemas parlamentarios, el presidente polaco conserva atribuciones estratégicas: comanda las Fuerzas Armadas, influye en política exterior y puede vetar leyes aprobadas por el Sejm, la Cámara Baja.
Aunque el Parlamento puede anular el veto con una mayoría de tres quintos, la coalición de Tusk carece de los votos necesarios, por lo que quien gane tendrá capacidad para acelerar o frenar las reformas del Gobierno hasta 2027.
4. Seguridad y migración
La invasión rusa de Ucrania y la crisis migratoria en la frontera bielorrusa son temas cruciales en Polonia y han protagonizado algunos momentos de la campaña electoral.
Nawrocki capitaliza el malestar por los costes económicos de acoger a refugiados ucranianos –Polonia recibió a 1.5 millones de ellos–, prometiendo “revisar esa situación”.
Por su parte, Trzaskowski insiste en profundizar la integración europea, impulsando la adopción del euro y el cumplimiento del Pacto Verde.
El PiS acusa al Gobierno de debilitar la soberanía nacional, mientras la Coalición Cívica responde vinculando a Nawrocki con el aislacionismo de Donald Trump.
5. La sombra alargada de Kaczyński
Aunque Jarosław Kaczyński, líder del PiS, no es candidato en estas elecciones, es su voluntad la que marca la campaña de Nawrocki. Sin embargo, el declive electoral del PiS –que no logró gobernar tras las elecciones legislativas de 2023 y perdió las europeas de 2024– ha obligado a Nawrocki a radicalizar su mensaje y a recurrir a una narrativa agresiva que apoya con su imagen de boxeador semiprofesional y declaraciones provocadoras.
6. Polonia en la encrucijada geopolítica
El resultado de estas elecciones redefinirá el posicionamiento internacional de Varsovia y, mientras que Trzaskowski promete fortalecer la alianza con Berlín y París, incluso a riesgo de tensiones con Washington, Nawrocki aboga por priorizar la relación con EE.UU., aunque eso implique alinearse con posturas de Trump consideradas prorrusas.
La cuestión ucraniana agudiza estas diferencias: mientras el candidato liberal insiste en apoyar a Kiev “hasta que venzan”, su rival nacionalista afirma que “Zelenski no puede criticar a sus aliados” tras recibir ayuda militar polaca.
7. Riesgo de parálisis institucional
El Gobierno de Tusk lleva más de un año lidiando con una cohabitación disfuncional entre su Ejecutivo e instituciones tan importantes como el Tribunal Constitucional -al que considera ilegítimo-, el Supremo -del que no acata las sentencias que no le son favorables- o el Consejo Nacional de Radiodifusión, que le ha acusado de instrumentalizar los medios de comunicación públicos.
Si Trzaskowski gana, desbloqueará la reforma de esas instituciones. Si no, un presidente hostil a Tusk prolongaría el actual bloqueo y profundizaría en la esquizofrenia institucional que paraliza muchos de los cambios a que aspira.
El fantasma de la ingobernabilidad planea sobre un país donde el 45% del electorado aún no ha decidido su voto.