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Resumen generado con una herramienta de Inteligencia Artificial desarrollada por BioBioChile y revisado por el autor de este artículo.

El colectivo chileno Casagrande impactó Rótterdam con un bombardeo de poemas con motivo de la conmemoración del bombardeo nazi en la Segunda Guerra Mundial. Aviones dejaron caer 106 poemas de poetas chilenos, neerlandeses y estudiantes sobre la ciudad, en una iniciativa respaldada por el festival Poetry International. Casagrande, liderado por Julio Carrasco, Joaquín Prieto y Cristóbal Bianchi, lleva más de 20 años con este proyecto, que ha llegado a ciudades como Berlín y Madrid.

El miércoles 14 de mayo, en Rótterdam, el colectivo chileno Casagrande volvió a “bombardear” con poemas una cuidad que en el pasado fue acechada con bombas reales.

En el marco de la conmemoración número 85 del bombardeo nazi que devastó la emblemática ciudad de Países Bajos, en los días de la Segunda Guerra Mundial, el grupo abordó aviones para dejar caer desde las alturas versos de 50 poetas chilenos, de 50 poetas neerlandeses y de 6 estudiantes del Wolfert College ISK. En total, una artillería de 106 poemas en caída libre.

La actividad fue patrocinada por el festival Poetry International de Rótterdam (que también estuvo a cargo de las traducciones), donde el colectivo Casagrande destaca como uno de los grandes invitados de este año.

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Los versos (“las bombas”) hicieron contacto con la superficie europea en formato marcalibros (7 cm x 22 cm), y fueron celebrados por al menos mil ciudadanos que se congregaron en el caso histórico de la urbe.

El colectivo Casagrande está conformado por tres artistas chilenos: Julio Carrasco, Joaquín Prieto y Cristóbal Bianchi, quienes llevan más de 20 años impulsando este proyecto que consiste en dejar caer versos sobre ciudades que alguna vez fueron bombardeadas con armamento de guerra.

La primera misión tuvo lugar el 2001 en el Palacio de la Moneda, sede del Ejecutivo bombardeada en el golpe militar del 11 de septiembre de 1973. “Fue toda una experiencia liberadora. Fue un momento en que volvíamos a reconocer un espacio simbólico, como el Palacio de la Moneda bombardeado, en una nueva instancia, en una nueva imagen, viendo caer estos poemas”, recordó Joaquín Prieto en diálogo con BBC Mundo.

Tras su debut en Santiago, el proyecto también sobrevoló las ciudades de Dubrovnik, Guernica, Varsovia, Berlín, Londres, Milán, Madrid y ahora Rótterdam. “A través de esta performance, se propone una transformación simbólica: resignificar el cielo como un espacio de memoria mediante la palabra escrita, generando un momento de conexión humana que invita procesar recuerdos dolorosos del pasado”, explica Casagrande sobre el espíritu de la iniciativa.

Sobre el bombardeo literario a Rótterdam, Prieto añadió: “Es un lugar bien emblemático porque se volvió a reconstruir la ciudad con una arquitectura moderna, con las casas cubo y el edificio lápiz, pero al mismo tiempo está la catedral, como un recuerdo de lo que quedó en pie”.

En esta ocasión, por primera vez en su historia, el ataque de Casagrande se ejecutó el mismo día que el bombardeo real que buscaban redimir. “Queremos que los bombardeos de poemas se inscriban también en la historia con otra fecha en la que las ciudades recibieron, no bombas, sino poemas”.

Sobre la reacción de los transeúntes al presenciar la performance, Prieto describe: “Las reacciones son maravillosas, en primer lugar porque llega como una sorpresa. Lo que me motiva es que al estar abajo veo esa sensación, esos gritos, esos aplausos cuando cae la nube. La gente empieza a comportarse en verdad como niños”.

En relación a las principales dificultades para llevar a cabo el proyecto, Prieto menciona la burocracia y el viento. “En algunas ciudades han llegado a ser 12 permisos los que se requieren”, recordó.

“Nuestro gran enemigo es el viento, cuando cambia… Pero ya tenemos experiencia y siempre hemos hecho que la mayoría de los poemas caigan donde está la gente”, dicen desde Casagrande, donde se asesoran con meteorólogos.

Por ahora, la mira de Casagrande está puesta en tres ciudades donde se lanzaron bombas sin ser estas objetivos militares: Dresde, Hiroshima y Nagasaki.

“Esos son lugares que nos interesaría hacerlos en el futuro… Hay una manera como conmemoran esto en Japón, que es con una ceremonia en silencio. Es posible que tengan que digerir el proyecto más, cuál es el sentido, etc”, explica Prieto.

“Es un proyecto-arte. Lo importante aquí es la realización y las lecturas se lo dan las propias personas y los que les interesa darle la vuelta a lo que ha sucedido”, agregó.