Señor Director:

El reciente informe del Pew Research Center sobre prácticas espirituales y religiosas en 36 países, revela que Chile se ubica entre las naciones donde es más común la creencia de que ciertos objetos poseen energías o características espirituales. Este resultado ratifica una tendencia que se viene observado en nuestro país; una discreta predisposición hacia formas de espiritualidad no tradicionales que lentamente han ido ganando terreno en la sociedad chilena.

Esta evolución coincide, al ser Chile un país de creciente desarrollo, con una tendencia global observada por Pew Research Center, que indica que a medida que las sociedades avanzan en términos económicos y tecnológicos, la afiliación y práctica religiosa tradicional tiende a disminuir, dando paso a formas más individualizadas de espiritualidad.

Estos hallazgos iniciales, a primera vista, podrían parecer contradictorios con otro dato del mismo estudio: un 89% de los chilenos afirma creer en Dios.

Como académicos de diferentes universidades, interesados en la compresión religiosa, coincidimos en que ambas realidades nos hablan de la profunda sed de trascendencia presente en nuestras culturas enraizadas en una matriz religiosa – católica y son un reflejo de que para muchas personas existe una búsqueda personal de sentido más allá de las institucionalidades y marcos religiosos.

Esto es particularmente relevante en segmentos de la población joven, donde la creencia en Dios decae ligeramente en comparación con otros grupos etarios. Ello desafía a las iglesias a encauzar el abanico de ofertas de sentido que hoy están presentes y transformar la experiencia del encuentro con Cristo, en un espacio potente y capaz de saciar ese profundo anhelo de Dios que vive en cada persona y más uno en los jóvenes.

Patricia Imbarack Dagach
Pontificia Universidad Católica

Jorge Blake Angulo
Universidad de los Andes

Jorge Baeza Correa
Universidad Católica de Temuco