Resumen generado con una herramienta de Inteligencia Artificial desarrollada por BioBioChile y revisado por el autor de este artículo.
"El clásico montaje teatral 'Pedro, Juan y Diego' conserva su vigencia y originalidad, abordando la historia de tres obreros contratados en el Programa de Empleo Mínimo durante la dictadura. Dirigida por Jesús Urqueta, la obra destaca el humor, la reflexión sobre la dignidad laboral y añade una mirada histórica y política para la temporada 2025. El actor Víctor Montero interpreta a Don Carlos, un capataz con un despertar de resistencia obrera mínima. La obra, más testimonial que política, refleja las precarias condiciones laborales.
El artista integra el nuevo elenco de la obra estrenada en 1976 por Teatro Ictus, actualmente en cartelera para conmemorar los 70 años de esta compañía.
Por Leopoldo Pulgar Ibarra
El paso del tiempo no ha hecho perder vigencia ni ha desteñido el perfil de Pedro, Juan y Diego. El montaje, en la presente temporada, conserva historia y texto originales. Este habla de tres obreros de la construcción contratados en el Programa de Empleo Mínimo (Pem), uno de los subempleos que institucionalizó la dictadura para paliar la brutal cesantía que provocaban sus políticas económicas.
Esta propuesta clásica ha vuelto al escenario con diversos elencos, siempre manteniendo el humor, su perfil de teatro popular y la reflexión sobre la dignidad del trabajo, temas que tienen plena actualidad. Pedro es un maestro de la construcción cesante; Juan, comerciante de frutas y verduras en quiebra; y Diego, ex funcionario público.
Para la temporada 2025, el destacado director Jesús Urqueta agrega una mirada histórica y política, rasgo propio de sus puestas en escena, que son más de 20 (“Arpeggione”, “Desdicha Obrera”, “Primavera con una esquina rota”, “Stalin”, “Lluvia constante” son algunas).
Para informar a los jóvenes cuáles eran las condiciones que rodearon el debut de la obra, Urqueta introdujo grabaciones explícitas sobre los crímenes, ocurridos en 1976. Sin embargo, aquello omitido en el debut, lo sentía-vivía hace 49 años el público que repletaba la sala.
Este es el ambiente de Don Carlos, “mando medio, una especie de capataz o encargado de cuadrilla” en Pedro, Juan y Diego. A partir de un plano lleno de errores y sin entregarles los materiales necesarios, manda a construir un muro inútil, como lo define su intérprete, el actor Víctor Montero.
Pedro, Juan y Diego, foto de Nathaly Arancibia
Poca cosa
¿Cómo perfilas a tu personaje?
“Es un tipo que tiene un poco más de poder. No sabe de construcción, pero tiene que coordinar a las cuadrillas que, fundamentalmente, se dedicaban a hacer hoyos. Sobre él estará el inspector de obras, mucho más cercano a la clase dirigente.
“Como Don Carlos, tengo un poquito de poder ante los obreros y soy muy respetuoso con mi jefe… Pero tendrá un despertar e integrar un frente común de resistencia obrera mínima, cuando se trabajaba por mil 500 pesos.
“Es una resistencia mínima. Tiene que ver con la dignidad del trabajo más que con algo político. Aunque, por la época, el texto era político: había que decir cosas por debajo”.
¿Qué relación tiene con la situación laboral de hoy?
“Creo que Pedro, Juan y Diego es un testimonio político más que una obra política. No propone un manifiesto. Muestra el cotidiano de unos maestros de la construcción que están obligados a trabajar por el mínimo. Con la fuerza del humo, reflexiona sobre la dignidad del trabajo.
“Hoy, evidente y lamentablemente, hay condiciones de trabajo iguales o peores. Uno, como trabajador, pertenece a un sistema laboral que precariza y, de alguna manera, nos dedicamos a hacer puros hoyos, como en la obra.
“Además de testimonio social de una época, también es un trabajo artístico con un sentido político encubierto. Había cosas que decir desde un prisma, quizás, más cotidiano. No había una intención de levantar una voluntad en torno al enemigo común”.
¿Testigo de una época?
“Percibo en la obra una resistencia cultural. Pero no que haya pretendido levantar masas, sino entregar un contenido cultural. Claro, como se dice por ahí, si es personal y cultural… es político.
“La obra se hace cargo no de hablar de muertes políticas, sino de una realidad laboral. Se hace cargo más del cotidiano de la resistencia que de la primera línea de la resistencia”.
Pedro, Juan y Diego, foto de Nathaly Arancibia
Sueños y realidades
Pese a lo precario, el relato alude a lo perfecto, a un sueño…
“Sí, es cierto. Hay un sueño detrás de eso. Pedro, Juan y Diego son ciudadanos. Se contentan con hacer bien sus pegas. Se preguntan ´¿qué estamos haciendo aquí agarrando piedras?´ Es casi como lo que dicen algunos: ´No me interesa por quién voy a votar, igual tengo que trabajar´.
“Es una época en la que no se pueden decir ciertas cosas, porque hay consecuencias reales: detención, ser desaparecidos… Ellos se contentan con llegar vivos a la casa, con un kilito de pan y tener una once rica”.
Don Carlos entiende sin entender mucho…
“Sí. Mi personaje entiende el tema de clase sin entenderlo mucho. Para jugar un poco lo llevo por el humor. Creo que es un poco bobo… Tiene algunos privilegios: está a cargo de los guantes y de los sacos de cemento, pero se les pierden… Parece que tiene una mini pyme por ahí”.
“Desde la escuela sabía del Teatro Ictus, de sus primeros y sucesivos integrantes. Por supuesto, sabía de don Claudio di Girolamo, que acaba de fallecer. El Ictus tiene una pata en la memoria y otra en la resistencia cultural”.
¿Durante los ensayos se conversó de la historia del Ictus?
“Me dieron la bienvenida al Ictus y, después, entender que estaba en un teatro con 70 años de trayectoria. Junté todas las ideas que tenía sueltas sobre teatro popular y del Ictus. Después, aprender el texto y el reemplazo”.
“Es una obra muy genuina que le dio un respiro a la gente de la época que podía ir al teatro. Ahora, uno la descubre como un ejercicio de memoria: hay lenguajes de los 70, una visión de la mujer, de la pareja y del trabajo muy distinta a la de hoy. Y tiene mucho humor.
“Hay también una epopeya social que, revestida de humor, pasa como bálsamo. Hemos tenido sala llena, la gente se va muy agradecida con este ejercicio de memoria y de entender una época con situaciones de verdad.
“Mi personaje no sabe nada de la pega, desaparece, le sacan el cemento, tiene un reconocimiento frente al poder y a la clase… Por ahí da un pasito hacia los millones de pasitos que se necesitan para la revolución”.
Pedro, Juan y Diego, foto de Nathaly Arancibia
Pedro, Juan y Diego
Dramaturgia: David Benavente, Teatro Ictus.
Dirección: Jesús Urqueta
Elenco: Roberto Poblete, Daniel Muñoz, Nicolas Zárate, Emilia Noguera, Víctor Montero, Juan Carlos Maldonado
Diseño espacio y vestuario: Catalina Devia
Diseño iluminación: Ignacio Trujillo
Composición musical y universo sonoro: Joaquín Montecinos
Técnico sonido: Lenin Silva
Fotografía: Nathaly Arancibia
Diseño gráfico: Camila Venegas
Encargado de sala: Nelson Vargas
Comunicaciones: Sofía Oksenberg, Catalina Rojas
Administración: Mauricio Almuna, Francisca Inostroza
Producción: Catalina Tapia
Teatro La Comedia
Merced 349, Santiago.
Viernes y sábado, 20:00 horas.
Entradas, Ticketplus.
105 minutos.
Recomendada para 14+ años.
Hasta 5 de julio 2025.
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