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Resumen generado con una herramienta de Inteligencia Artificial desarrollada por BioBioChile y revisado por el autor de este artículo.

Las tensiones entre Irán e Israel se agudizan, con un saldo de víctimas en ambos países. Israel, conocido por su papel en Gaza y Cisjordania, enfrenta críticas por su trato a los palestinos. Por otro lado, Irán, menos conocido, enfrenta cuestionamientos por su represión interna y violaciones a los derechos humanos. Tras la Revolución Islámica de 1979, Irán adoptó un gobierno teocrático liderado por el Ayatolá y un presidente electo democráticamente, pero con control religioso. En Irán, las mujeres deben cubrirse obligatoriamente, con sanciones severas por incumplimiento, y la represión se evidencia en casos como el de Mahsa Amini. Las ejecuciones públicas y castigos son habituales, como en el caso del cantante Mehdi Yarrahi, condenado a latigazos por su música.

Las tensiones entre Irán e Israel han escalado con fuerza en la última semana después de que este último atacara al país persa el pasado viernes. Se trata de un enfrentamiento que ya deja un saldo importante de víctimas fatales y mantiene al mundo en vilo por sus potenciales consecuencias geopolíticas.

Cuando se trata de la cantidad de información que se conoce sobre como funcionan estos dos Estados, Israel —al estar inserto en el bloque de países considerados parte de Occidente— suele resultar más familiar para la opinión pública. A esto, se suma que su ofensiva militar en Gaza, y la ocupación de Cisjordania, lo ha mantenido en el foco mediático durante los últimos 20 meses, enfrentando además numerosas denuncias de organismos internacionales por su trato a los palestinos y la escala de devastación en el enclave.

En tanto, Irán, —más alejado, tanto geográfica como culturalmente respecto de nuestro país— sigue siendo en gran medida desconocido para el público general en cuanto a sus estructuras de poder, y también enfrenta severas críticas desde la comunidad internacional debido a la represión interna, las restricciones a mujeres y disidentes, y el uso sistemático de la pena de muerte.

En ese sentido, a continuación podrás conocer un poco más sobre cómo funciona el régimen iraní, cuál es la estructura de poder que lo sostiene y por qué ha sido duramente cuestionado por su historial en materia de derechos humanos.

El origen del sistema: la Revolución Islámica de 1979

Aunque Irán adoptó la religión musulmana tras la invasión árabe de mediados del siglo VII, la Revolución Islámica de 1979 marcó un antes y un después en la historia contemporánea de lo que alguna vez fue el Imperio Persa.

Según recoge Britannica, a partir del 1 de abril de ese año, el sistema político de Irán pasó de ser una monarquía a una república islámica, tras la caída del sha Mohammad Reza Pahlaví y el triunfo de la revolución liderada por el ayatolá Ruhollah Jomeini.

Desde entonces, el país adoptó un modelo de gobierno teocrático en el que la máxima autoridad es religiosa y donde las leyes civiles están influenciadas fuertemente por la interpretación chiita del Islam.

Cómo se organiza el Estado iraní

En Irán no existe lo que en Chile se conoce como separación Iglesia-Estado. Aunque también se reconocen los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, estos se encuentran bajo el alero del Ayatola y otros organismos que representan la legitimidad religiosa del sistema, así como la supremacía del clero sobre la política.

Si bien existe la figura del presidente, el verdadero jefe de Estado en Irán es el Alí Khamenei, Ayatola nombrado por la Asamblea de Expertos, tras la muerte de su predecesor. Esta figura lo convierte además en comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, y es quien tiene la última palabra dentro de la República Islámica.

Por su parte, el presidente es electo democráticamente y puede ejercer hasta por dos mandatos consecutivos de 4 años. Según recoge la BBC, aunque ejerce gran influencia en la política del país, sus actividades siempre son seguidas de cerca por el Ayatolá y los órganos religiosos. El actual presidente se llama Masud Pezeshkian.

La Asamblea Consultiva, también conocida como Majlis, vendría a ser el órgano legislativo del país, de carácter unicameral. También existe el Consejo de Guardianes, un órgano poderoso que supervisa el cumplimiento del derecho islámico y la constitución.

Este sistema en la práctica

Según recoge The New York Times, aunque el gobierno de Irán se divide en poderes ejecutivo, legislativo y judicial y celebra elecciones a nivel nacional y local, la jerarquía de clérigos islámicos que supervisa de cerca la gestión civil juega un rol clave en las políticas que afectan en el día a día a la población.

Por ejemplo, de las Fuerzas Armadas —bajo el mando del Ayatola— se desprende la Policía, y de ella la controvertida “Policía de la Moral”. Esta última es la encargada de hacer cumplir, por ejemplo, el uso obligatorio del velo islámico en las mujeres.

Además de Afganistán, Irán es uno de los pocos estados donde las mujeres deben cubrir su cabello obligatoriamente —con hiyab, chador o pañuelo— y deben además vestir “modestamente”. Incumplir tal orden acarrea sanciones graves, las cuales se intensificaron tras la aprobación de una nueva ley a fines del año pasado, donde las penas pueden ir desde privación de libertad hasta castigos físicos.

De acuerdo con Naciones Unidas, la ley transforma a los ciudadanos comunes en agentes del Estado, ya que la legislación exige que las personas, familias y empresas denuncien las faltas a la normativa islámica.

Los casos más mediáticos de la represión en Irán

Uno de los casos más mediáticos en este ámbito fue el de Mahsa Amini, una mujer kurda iraní de 22 años que fue detenida durante una visita a Teherán en 2022. Según recuerda Amnistía Internacional, fue sometida a tortura y otros malos tratos, como golpes en la cabeza, por incumplir con los códigos de vestimenta del régimen. Entró en coma y murió en un hospital tres días después.

Su caso no es el único. En 2023, la joven iraní Armita Garawand quedó en coma tras un controvertido incidente en el metro de Teherán agredida por agentes de la Policía de la moral, quienes la habrían empujado y al caer, golpeó su cabeza.

En esa misma línea, los castigos y ejecuciones públicas tampoco son un elemento extraño en el régimen. Este año se dio a conocer el caso del cantante iraní Mehdi Yarrahi, que recibió 74 latigazos como condena por su canción “Roosarito”, en la que llamaba a las mujeres a dejar de usar el velo islámico.

La muerte de Mahsa Amini intensificó la oleada de protestas que se venían desarrollando durante los últimos años. En este contexto, Mohamed Ghobadlou, un hombre de 23 años, fue ejecutado por supuestos delitos cometidos durante dichas manifestaciones. De acuerdo con Amnistía Internacional, el joven sufría “discapacidad mental de largo plazo”.

De acuerdo con Amnistía, desde que estallaron las protestas en todo el país en diciembre de 2017 se han documentado “sistemáticamente crímenes de derecho internacional y otras violaciones graves de derechos humanos cometidas por las autoridades iraníes durante las acciones represivas relacionadas con las protestas”.