Ese es el verdadero contenido de su activismo: su defensa de la vida es selectiva y tiene fronteras.

Durante la cuenta pública del Presidente Boric el domingo, las diputadas del Partido Social Cristiano (PSC) Sara Concha y Francesca Muñoz, exhibieron una bandera de Israel al mismo tiempo que usaban pañuelos “pro vida”. Un verdadero oxímoron político. ¿Cómo es posible defender la vida y, al mismo tiempo, mostrar apoyo a un Estado genocida cuyos ataques han cobrado la vida de al menos 16 mil niños?

Testimonios de decenas de médicos declaran que los niños llegan con disparos en la cabeza o en el pecho, claramente de francotiradores y de forma intencional. Un exministro del parlamento israelí declaró abiertamente que el enemigo no es Hamas, sino los niños y bebés, y que no debe quedar ninguno en Gaza.

Israel ha bombardeado prácticamente todas las escuelas y hospitales en Gaza, y la ONU advirtió que producto del bloqueo de ayuda humanitaria se pronostica que 15 mil infantes morirán de hambre en los próximos días. Todo esto, sin sumar a los miles que perecerán de enfermedades y por los bombardeos. Si Israel fuera una enfermedad, sería una de las principales causas de mortalidad infantil en el mundo.


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En estas circunstancias, la línea ideológica del Partido Social Cristiano pasa a constituirse en una hipocresía: mientras predica la defensa irrestricta de la vida y los valores cristianos, ha declarado abiertamente su apoyo al sionismo. Esa afinidad no es nueva ni accidental: responde a una visión religiosa que tiende a idealizar a Israel como parte de una narrativa espiritual, mesiánica y política.

Sin embargo, esa convicción convierte al discurso “pro vida” en una consigna selectiva. ¿Qué clase de “pro vida” ignora el hambre, los bombardeos y las mutilaciones de miles de niños en Gaza? ¿Qué defensa de la infancia es esa, que calla frente al sufrimiento sistemático de una población entera?

Las citadas parlamentarias no defienden la vida; con su actitud pro Israel, están defendiendo el exterminio sistemático de decenas de miles de civiles inocentes. Ese es el verdadero contenido de su activismo: su defensa de la vida es selectiva y tiene fronteras.